Sindrome de Burnout en Médicos

Para ser presentado ante:

La Dirección del Curso Superior Bianual de Especialización en Medicina del Trabajo.

Colegio de Médicos de la Provincia de Buenos Aires,
Distrito IX.
Mar del Plata.
Octubre de 2015.                  José María Cabana

A modo de resumen:
                 El siguiente proyecto de trabajo surge por dos motivos:
                                1). De inicio, para cumplir con las expectativas y necesidades solicitadas desde la Dirección del Curso de Especialización en Medicina del Trabajo. –
                                2). Finalmente fue y es una excelente excusa para poder escribir sobre el saber de otros y algo del propio. Surgiendo desde la necesidad, investigación y curiosidad propia. Todo lo expresado, dirigido con gran entusiasmo al intento de brindar una opinión más – junto a la de otros colegas y especialistas - desde el estudio y la experiencia propia. -
                                Estas líneas pretenden ser una descripción enfocada al bienestar y sentido común, a sumar una diversidad probable en la opinión, aportando al estímulo de mejoría de los trabajadores del ámbito de la salud mental y de la salud en general toda. Algún día se “blanqueará” que la Medicina en sí, es cara, por supuesto que “cuesta” dinero, pero nunca superará el valor de la vida sana de un paciente y en este caso, cuando al Médico “le toca” ser paciente. Un Médico sano provoca como resultado más y mejores servicios a pacientes, que finalizarán conservando su sanidad física y mental. -
  

Palabras claves:

        Quemado. Salud. Agotado. Laboral. Cansancio. Despersonalización. Realización. Profesional. Gasto. Economía. Variables. Respeto. Opinión. Trabajo. Asistencial. Pericial. Argentina. Depresión. Suicidio. Alcohol. Sustancias. Servicio. Sistema. –

          A modo de introducción:

                                En el ámbito público y privado del ejercicio de la profesión y en aquellos que además de lo asistencial, somos Peritos de la Justicia o de otros ámbitos y nos observamos… y observamos a nuestros compañeros, comienzan a aparecer en aquellos que transitamos unos años ya en la profesión, comentarios no muy simpáticos de inicio sobre la profesión en sí, y luego toda una gama de “comentarios escuchados de lo que podríamos haber hecho o estudiado” en vez de Medicina o, más hacia el presente, lo que podríamos hacer, transitando otras vías o alternativas ya de grandes. Habrá muchos pero, en la práctica asistencial surgen no menos de dos clases de caminos tal vez. –
                                Uno, que podríamos denominar “cercano, que se desarrollaría adquiriendo conocimientos de “otra especialidad médica o de otra profesión más tranquila” que nos permita descansar, aprovechar el tiempo, con menor riesgo de “juicios de Mala Praxis” y mayor rentabilidad. –
                                El otro camino, que podríamos denominar lejano, es aquel que toman aquellos colegas, que “directamente” abandonan el ejercicio de su rol lindante con la salud. No desean ni quieren tener ningún tipo de contacto. Admiten por lo bajo (no sin desgano y cierto dejo de tristeza) que este estado se encuentra ubicado de manera clara y contundente del “nunca más”. Impresiona escuchar a los facultativos u observar los trabajos científicos de profesionales reflejando la realidad de colegas que no desean ejercer más su profesión. Dejando en claro que la gran mayoría no pueden, no solo por su aspecto económico, sino como bien veremos También la “culpa y el deber” para con sus pacientes. Si bien estos les resultan molestos – Burnout mediante - se produce cierta simbiosis de dos personas necesitadas el uno del otro: Médico – Paciente. Paciente – Médico. –

 

A modo de acercamiento:

                                Desde el punto de vista médico y al solo efecto de Criterio Médico propio, se tratará de dar una orientación diagnóstica, terapéutica y un principio básico de opinión basada también en la experiencia, de trabajos de otros colegas y especialistas, de la atención clínica y del ejercicio de la terapéutica. La observación marca también un pilar importante en este contexto, observar, verse uno mismo y ver a los colegas, como interactúa uno con ellos y entre nosotros, observar no solo nuestro comportamiento si no además al personal en relación con la medicina y a la Salud Mental específicamente. –
                                Me recordaba el Dr. Juan Sagardoy en uno de los viajes a Mar del Plata: “…cuidar a los cuidadores… cuidar a los que cuidan”. -

 

¿Qué es lo que se desea expresar?

                                a. La definición del Burnout de ser posible. -
                                b. Descripción del cuadro sindromático. Tratamiento. -
                                c. Desencadenantes. Niveles clínicos de complejidad. –
                                d. La dificultad en reconocer, por parte de los profesionales de la Salud, que este cuadro está, y que lo podemos padecer. -
                                e. La dificultad de las autoridades pertinentes, muchas de ellos médicos, en reconocer el punto anterior. –
                                f. Crítica constructiva. -
                                g. Conclusiones. -
               

A modo de desarrollo:

                                Comenzaremos sobre la base de los interesantes conceptos del Lic. Patricio J. Navarro Pizzurno. El Burnout (fundido, agotado, sobrecargado, exhausto) o “síndrome de estar quemado por el trabajo” (SQT) fue descripto por el Médico Psiquiatra Herbert Freudenberger en la primera mitad de la década del 70 (1974 y el término fue staff burnout). Si bien inicialmente no lo definió con “este nombre”, dicho cuadro psicopatológico fue observado y conformado por él mismo con la visualización en sus compañeros colegas de la clínica de salud mental neoyorquina donde se desempeñaba. Particularmente, Freudenberger reparó que muchos de los profesionales y voluntarios que trabajaban en la recuperación de pacientes con trastornos por Consumo de Sustancias (toxicómanos), presentaban una serie de síntomas psicofísicos evidentes y notables cuando el trabajo con dichos pacientes se extendía en el tiempo (en promedio, un año). La sintomatología observada se caracterizaba por un progresivo agotamiento, así como también por evidentes signos de anhedonia, desinterés por el entorno laboral e incluso agresividad velada o manifiesta hacia los pacientes en tratamiento. Estos observables constituían la respuesta individual a lo que en ese entonces conceptualizó como un ambiente laboral estresor, caracterizado por una sobrecarga de responsabilidades y una demanda excesiva de energía y compromiso afectivo hacia el trabajo a realizar. Poco tiempo después, en el año 1976, la Psicóloga e investigadora Christina Maslach agrupó las conductas observadas por Freudenberger y otros investigadores bajo el nombre de Burnout, término que ya había sido utilizado tanto en el ámbito jurídico - legal (como pérdida de interés por el trabajo) como en el de la farmacología e investigación clínica (refiriéndose en este caso a la sintomatología observable tras el uso crónico de determinadas drogas). Prestemos atención a la sobrecarga de responsabilidades, este concepto será fundamental cruzándolo temporalmente desde la década del 70 al presente en lo que respecta al ámbito laboral. –
                                Ramos Trigo, Tung Teng y Hallak J (Revista de Psiquiatría Clínica) definen “…según el idioma inglés, como aquello que dejó de funcionar por absoluta falta de energía, con gran compromiso en el desempeño físico y mental. Es un proceso que se inicia con niveles excesivos y prolongados de estrés en el trabajo…”
                                Podría afectar a más del 40 % de los médicos. -
                                Básicamente podríamos hablar de tres aspectos fundamentales como característicos del Sindrome de Burnout:
                                1). El cansancio emocional y físico (agotamiento emocional). -
                                2). La Despersonalización (alejamiento afectivo). -
                                3). La reducida o falta de realización profesional. –
                                A mi humilde criterio no es el agotamiento o estrés común “y corriente”, es estrictamente laboral, se produce en y a partir del trabajo, el médico lleva muchos días, semanas, años, afectado por “ese” cansancio que no se logra desprender, es como un film que se adhiere y no se despega. Algunos creen que se produce por una “inadecuada adaptación al trabajo”. Reitero, a mi criterio, no es la persona el problema, si no el trabajo y las condiciones en el que se desarrolla. El fusible siempre ha sido el trabajador médico, el estado y las “empresas” médicas siempre le han solicitado (exigido) más al facultativo. Se deja estar, luego se automedica y llega al sindrome cuando se cronifica su estrés. –
 
                                Agotamiento Emocional:

Es considerado el “núcleo” del Burnout, en particular el deterioro personal, familiar y una intención plena de abandonar la profesión. El componente de estar emocionalmente exhausto es la variable más asociada con el ausentismo laboral y con el comienzo rumiante de considerar el abandono de la profesión. –
                                Una encuesta entre 11.530 profesionales de la salud de Iberoamérica, entre los cuales un 85,4% de las respuestas correspondió a médicos, indica que los argentinos están entre los más afectados. Las vivencias de quienes los atienden y un análisis de testimonios vertidos en un foro de discusión entre médicos hispanohablantes corroboran estos resultados. (IntraMed junto al Instituto de Investigación sobre la Calidad de Vida de la Universidad de Girona, España realizaron un nuevo estudio acerca del síndrome de Burnout en médicos hispanamericanos. Autor: Rosa Suñer-Solera, b, Armand Grau-Martína, c, Daniel Flichtentrei, Maria Prats, Florencia Braga, Silvia Font-Mayolasa, Mª Eugenia GrasaFuente). 30/10/14. –
Ser mujer, trabajar haciendo guardias, padecer una enfermedad crónica, ser soltero o divorciado y haber pasado el último año sin trabajo o sin trabajar por cualquier motivo, son factores que se asociaron, independientemente de la ubicación, en los puestos más altos del Burnout.

                                Despersonalización:

                                "El burnout es cada vez más frecuente, especialmente entre los jóvenes -dice el doctor Daniel López Rosetti, jefe del Servicio de Medicina del Estrés del Hospital de San Isidro, (que no participó en el trabajo nombrado). Por ejemplo, en los residentes, el agotamiento emocional los lleva a mostrar una reactividad disminuida frente a la emoción. No están ni tan contentos ni tan tristes como debieran, apáticos. El trabajo cotidiano se hace en forma técnica e incluso eficiente, pero distanciada del otro, sin el compromiso de la relación médico - paciente (despersonalización). ¿Qué sienten ellos? Manifiestan que están conformes con el nivel académico alcanzado, pero lejos del enfermo. Esto lleva a que hoy crezca la tendencia a elegir especialidades con un mayor distanciamiento de las personas, como imágenes, hemodinamia, auditoría médica, anestesiología...". –
El médico se vuelve menos sensible, poco comprensivo y hasta agresivo en relación con los pacientes, apurado, con un trato distanciado y cínico, con tendencia a culpar al paciente de los propios problemas que padece. Comienza por sus pacientes, sigue con sus colegas, familia, deambula intentando que justifiquen sus reacciones, cansado ya se pregunta como llegó hasta aquí y así. Falta su iniciativa laboral, desganado comienza a ausentarse a sus obligaciones laborales. Aislado, pesimista, se aleja intentando protegerse del cansancio, del agotamiento. La despersonalización lo finaliza afectando a él y a su entorno familiar y profesional. –

                                Falta de Realización Profesional:
 
                                Cansancio propio, puesto de trabajo precario, falta de insumos, solicitudes de exigencia y “calidad” con recursos mezquinos, trayectoria de insatisfacciones oficiales y privadas, el lamentable pero famoso comentario “del debería ser así… pero tenemos que hacer esto… hay que cubrirse”. Lo referido y demás cuestiones – entre otras variables – van generando un sentimiento complejo de inadecuación personal (Sobrecarga de Responsabilidad) al puesto de trabajo. Surge al comprobarse que las demandas que se le requieren exceden su capacidad para atenderlas debidamente, a pesar de sus intentos de adaptación. -
                                También es llamado o catalogado como Síndrome del Desgaste Profesional, Ocupacional, del trabajador desgastado, consumido, “Surmenáge” del francés o “Karoshi” del japonés, es el padecimiento ocasionado por cúmulos de stress, como resultado a una exposición prolongada a situaciones que deriven en ello, a nivel interpersonal, pero, de forma más común, en el trabajo.
                               Investigando un poco más, (wwwneostuff.net) refieren que, fue descripto por vez primera el año de 1969 por H.B. Bradley, quién estaba investigando el comportamiento y niveles de stress presentados por los oficiales de libertad condicional, y lo definió como un fenómeno psicosocial. Hasta que cinco años más tarde (1974), Herbert Freudenberger, realizo un estudio extensivo a personal sanitario (médicos, enfermeras, nutricionistas, psicólogos, psiquiatras, terapeutas ocupacionales y trabajadores sociales, entre otros), donde se desarrolló lo siguiente:

 

“algunos desencadenantes”:
 

  • El exceso de trabajo, la falta de energía y de recursos personales para responder a las demandas laborales.
  • El conflicto de puesto, esto es, la incompatibilidad entre las tareas y conductas que se desarrollan con las expectativas existentes sobre el mismo rol.
  • La falta de equidad o justicia organizacional, tan pero tan presentes en los tiempos que corren.
  • Las relaciones tensas y/o conflictivas con los usuarios/clientes de la organización.
  • Los impedimentos por parte de la dirección o del superior para que pueda desarrollar su trabajo, con mensajes orales tratando “de no dejar u ordenar nada por escrito”.
  • La falta de participación en la toma de decisiones.
  • La imposibilidad de poder progresar/ascender en el trabajo. La ausencia general de una verdadera carrera médica por concurso “del más apto”.
  • Las relaciones conflictivas con compañeros o colegas.-
  •  

“Algunos de los principales signos y síntomas”:

  • Fatiga Crónica, llegar al trabajo ya cansado y fastidiado.
  • Ineficacia, que es, básicamente, dejar de hacer las cosas que regularmente se hacían, con el mismo nivel de calidad, a la misma velocidad, o con los mismos resultados.
  • Negación de lo ocurrido, no admitir que se está bajo niveles absurdos de stress.
  • A nivel físico, insomnio, dolor de cabeza, mareos, dolores musculares, trastornos digestivos, infecciones, manchas o afecciones en la piel, trastornos respiratorios y circulatorios o digestivos, e incluso, variaciones en el peso e Hipertensión Arterial.

Este padecimiento, ya está tipificado como una enfermedad “de trabajo” o como causal para incapacitar al trabajador (hablamos de países de primer mundo, sobre todo en Europa). Incluso, se han ya sistematizado cuatro niveles clínicos de este:

  • Leve: Consiste en que el paciente se limita a quejas, cansancio, dificultad para levantarse por la mañana.
  • Moderado: Cinismo, aislamiento, suspicacia (recelo, sospecha, o el clásico “creador de teorías de conspiración”) y negativismo.
  • Grave: Lentitud, automedicación con psicofármacos, ausentismo, aversión a cualquier tema que tenga que ver con su trabajo, abuso de alcohol y/o drogas.
  • Extremo: Aislamiento muy marcado, colapso físico, depresión severa, cuadros psiquiátricos severos, suicidios.

El síndrome Burnout se debe a causas variadas, y encuentra su origen, principalmente, en profesiones u operadores (no solo afecta al gremio médico) de alto contacto con personas, con horarios de trabajo excesivos y con procesos/actividades complicados o de alto riesgo, además de una alta responsabilidad (Psicólogos, Docentes, Enfermeros, Bomberos, etc). Múltiples investigaciones han arrojado a la luz que el síndrome ataca especialmente cuando el trabajo supera las ocho horas diarias, cuando no se ha cambiado de ambiente laboral en largos periodos de tiempo y cuando la remuneración económica es inadecuada (esto es altamente subjetivo). El desgaste laboral también sucede por las inconformidades con los compañeros y superiores cuando lo tratan fundamentalmente de manera incorrecta, esto depende de tener un pésimo clima laboral donde se encuentran áreas de trabajo en donde las condiciones de trabajo son inadecuadas o desiguales (empresas u organismos estatales con “abismos” jerárquicos). -
                                Tanto el Burnout, como el denominado síndrome post-vacacional (que, básicamente, es rechazar el trabajo luego del período vacacional), el síndrome del domingo (temer volver el lunes a la oficina, también conocido como Deuterofobia) y el Presentismo patológico (La acción de presentarse a trabajar aun cuando se está enfermo, por miedo a perder el empleo, y, por lo tanto, la fuente de ingreso), son fenómenos conectados entre sí, que más allá de la sintomatología clínica o de la cuestión psiquiátrica, están ligadas a situaciones donde el trabajador se ve sometido a una gran presión, y que, lamentablemente, no todos saben o pueden manejar o reaccionan de igual forma. Aún no se ha definido un tratamiento como específico, más allá que algunos hace años venimos investigando y trabajando, en exclusivo para este padecimiento, la intervención psicológica es una de las alternativas a buscar (de inicio al menos) cuando se sufre de este síndrome. Esta le brinda al afectado, las herramientas necesarias para que pueda llegar a disfrutar de otras actividades que le mantengan equilibrado entre la tensión que le genera sus actividades diarias y aquello que le proporciona bienestar, esto es, hobbies o tareas placenteras. -
Las siguientes sugerencias son hechas por especialistas en el tema, y nos podrían ayudar a combatir este mal, en caso de que seamos ya presas de el:

  • Trabajar mejor en vez de más.
  • Establecer objetivos reales
  • Realizar lo mismo de forma diferente, huir de la rutina.
  • No tomar las cosas de forma personal, ya que esto genera cansancio emocional.
  • Prohibido llevarse el trabajo a casa.
  • Acentuar los aspectos positivos de nuestro día a día.
  • Un buen apoyo es la pareja y los amigos, ya que son, en buena parte, una ayuda en la reducción de la tensión emocional.
  • Autoanálisis. Es sumamente importante analizar nuestras propias reacciones y reflexionar. –

 

“Algunos Datos e Indicadores”:

a. Vínculos asimétricos de la profesión (saber, ayuda, conocimiento, dependencia). -
b. Estos mismos vínculos pero por encima del Médico, con la reconocida y normal “marginalización” de horarios, condiciones edilicias, falta de insumos básicos, mal remunerados y con el consiguiente estrés ante “urgencias” en la que el Médico recurre a recursos propios de “conocidos”, verbigracia: la derivación de un paciente y ni hablar cuando debemos expresar – en esa derivación – el cuadro sindromático a un empleado no médico de una empresa prestadora. –
c. Hablamos de indicadores físicos, entre los Psíquicos, los más renombrados tenemos: Irascibilidad, pérdida de interés en actividades sociales, déficits atencionales, pérdida de memoria y deterioro en las funciones cognitivas. –
d. Párrafo aparte: el incremento entre los médicos del Trastorno por abuso de sustancias. –
e. La mayoría de los Médicos reconoce síntomas propios de Burnout, aunque lo paradójico es que es muy mínima la cantidad que “acepta” el cuadro como tal y lo relaciona más a solo “cansancio… edad…”. Al insistir con las preguntas… finalmente puede decir que su salud mental “…es pobre” minimizando cualquier tipo de “ayuda”, tanto “psiquiátrica” y mucho menos un espacio psicológico – terapéutico. –
f. El índice de suicidios en la población médica es 6 (seis) veces mayor a los valores para dicho índice dentro de la población no médica (Wallace, Lemaire & Ghali, Universidad de Calgary, Canadá). –
g. Armand Grau, hospital de Figueres de Gerona, año 2007, 11.530 profesionales de la salud. Como técnica de evaluación se utilizó el MBI (Maslach Burnout Inventory), desarrollado por Christina Maslach en la década del 80´, arrojando que de Hispanoamérica y España, esta y Argentina, tienen mayor prevalencia de Burnout en profesionales residentes. –
                                Hay muchos informes científicos, de reconocidos trabajos médicos, con números que asombran, pero dentro de todos los datos el de mayor relevancia:

                                “…en la Argentina la expectativa de vida de los médicos es en promedio de 57 años. Promedio que, por cierto, queda muy por debajo del de la población general, el cual es de 75 años… los profesionales más afectados suelen ser aquellos más jóvenes entre 30 y 45 años”

Cuando un médico se encuentra afectado por este sindrome, por las características propias del Burnout, el médico es más propenso a cometer errores y por eso se encuentra a merced de riesgo profesional y a acciones legales por “responsabilidad profesional”. (Mala Praxis). Finalmente el temor a esto último puede ser el factor causal y finaliza siendo una consecuencia, en un perfecto círculo de CAUSA y EFECTO que se cierra sobre sí mismo. Recordar además, que la gran mayoría de las personas o en el “inconsciente colectivo”, mala praxis, se relaciona solo con el médico, desconociendo que la Responsabilidad Profesional incumbe precisamente, a todos los profesionales. -

                                Asociación con T. Psiquiátricos:

                                Burnout y Depresión: asociado como reacción a lo que no se puede modificar, es decir reactivo a un estresor, un desencadenante que se torna diario y reiterativo. O bien, desencadenar un cuadro ya presente pero no “despertado”, que “amanece” con ese estímulo constante, que finalmente “gatilla” al cromosoma “portador”. Ahora bien, sea cualquiera de las dos nombradas: el médico está mal, su diferencia se encuentra en la identificación, pronóstico y tratamiento… pero es médico… y hay que recordar que difícilmente encontremos un paciente como él. –
                                Burnout y Trastornos de Ansiedad:
                                Podríamos decir casi que difícilmente no encontremos HOY un médico sin que “sufra” de ansiedad. De ahí que lo reconozca será otro tema. También deberíamos hablar de sus equivalentes como consecuencias o sus consecuencias como equivalentes. Más adelante. –
                                Burnout y Suicidio:
                                Los que tuvimos el honor y placer de ser alumnos del Dr. Manuel Capurro, sabemos, conocemos y recordamos sus largos, amplios y ejemplos de Semiología Psiquiátrica al entrevistar. Podíamos estar más de dos horas (en alguna Sala del querido Hospital A. Korn de Melchor Romero) hasta que el Maestro “deshacía” semiologicamente a su interlocutor. Un verdadero Semiólogo. Algo muy claro que nos enseñó en sus clases y luego nos dejó con este tema: la desmitificación…
                                “Mitos del suicidio:
Los que hablan de suicidio no lo llevan a cabo
El suicidio se produce sin previo aviso
Las personas suicidas están dispuestas a morir
Una vez lo intentó, volverá a intentarlo
La mejoría después de la crisis suicida
El suicidio es una frecuente en los ricos
El suicidio se hereda o está en la familia
Todos los suicidas son enfermos mentales”
                                Además hacía referencia a la “muerte parcial y sustitutos del suicidio: Alcoholismo, adicción a drogas, legales e ilegales, el no cuidado de enfermedades físicas (Diabetes, Hipertensión Arterial, Buerger) asociado a la conducta masoquista”. –
                                Toda esta introducción es para valorar la amplia relación entre el personal médico y su ideación suicida. Cuatro factores a tener en cuenta: la propensión al suicidio, calidad del trabajo, ambiente negativo en él y el Burnout/Depresión. Todo este emblema de motivos se relacionada con mayor probabilidad de ideación suicida, el intento de suicidio y algo más, el “suicidio tapado o camuflado” ya como enfermedad o ya como accidente automovilístico. –
                                Marco este punto porque es muy común hoy escuchar a algunos colegas adherir a los mitos del suicidio, subestimando a pacientes que tal vez no sean de su especialidad, aunque la “escucha” debería estar atenta y no ser “molesta”. –
                                Cuando se escucha al colega–paciente, todo cambia, incluso de inicio y por supuesto, para quien lo tiene que tratar. –
                                Burnout y Disociación:
                                Trabajo cercano y prolongado con víctimas de trauma y de abuso sexual puede producir consecuencias psicológicas a los facultativos involucrados (Por ejemplo médicos de todas las especialidades que abarcan el caso, trabajadoras sociales y psicólogos, como asistente o peritos). –
                                Burnout y Abuso de Sustancias:
                                Prácticamente fue tratado, pero podríamos remarcar la relación con el alcohol, el tabaco, el café y las benzodiazepinas como para comenzar. Ya luego, derivaría el tema a otras sustancias como marihuana, cocaína y fármacos analgésicos de todo tipo. –
                                Burnout y Trastornos Psicosomáticos:
                                El Síndrome de Burnout, el de Fatiga Crónica y de Fibromialgia representan modos diferentes de reaccionar ante una situación opresiva. La verdad es que no hay un límite preciso entre dichos síndromes y la Depresión o las enfermedades cardíacas o el sobrepeso. En definitiva se torna un sufrimiento considerable por momentos con devastadoras consecuencias y un Paciente – Médico que no logra o no quiere reconocer “su” enfermedad y ponerse en ese lugar de “ser tratado”. –
                                Consecuencias del Burnout:
                                Aunque muchos puntos no están aclarados (tampoco necesitan mucha aclaración frente a la realidad médica actual) los autores, de manera general, concuerdan con que el Sindrome de Burnout interfiere en los niveles institucional, social y personal. A nivel institucional, pueden existir conflictos con los miembros del equipo, rotatividad, ausentismo y disminución de la calidad de los servicios. A nivel individual, puede presentarse fatiga constante y progresiva, dolores musculares u osteomusculares, trastornos del sueño, cefaleas, jaquecas, trastornos gastrointestinales, inmunodeficiencias, trastornos cardiovasculares, trastornos respiratorios, disfunciones sexuales y alteraciones menstruales entre las mujeres. Respecto del psiquismo, los individuos pueden presentar falta de concentración, distracciones, alteraciones en la memoria, enlentecimiento del pensamiento, sentimiento de soledad, impaciencia, sentimiento de impotencia, labilidad emocional, baja autoestima, desánimo. También puede manifestarse agresividad, irritabilidad (a el le parece una respuesta normal) dificultad para relajarse y aceptar los cambios, consumo de sustancias (con elevada predisposición al respecto desde el pregrado), conducta de alto riesgo y hasta suicidio. Además, se produce una disminución de la calidad del trabajo debido a la atención deficiente, a los procedimientos equivocados, a la negligencia y a la imprudencia. Su propia personalidad mezclado a todo lo ya referido lo convierten en un “inevitable error”. –
                                Un párrafo aparte pero dentro y “muy dentro de lo que padecen los Peritos”, aparecen la presión y el agotamiento de los Peritos Oficiales. –
                                De manera pretérita, los tiempos eran diferentes. Es decir, por lo menos para quienes llevamos unos años, teníamos otras posibilidades y probabilidades para hacer coincidir fechas con las tareas ordenadas. Éramos los “ojos y los oídos del Juez”. Al presente, con los cambios producidos desde la reforma del Código Penal y con el aumento notorio de Oficinas Judiciales a lo largo y ancho de toda las Departamentales de la Provincia de Buenos Aires, se ha incrementado destacadamente la demanda de trabajo, no solo con relación a CANTIDAD, sino en la EXIGENCIA de lo “urgente”. –
                                No debemos olvidar los médicos, tanto en nuestro trabajo oficial o en privado, que los únicos responsables de nuestros actos e informes somos nosotros, por más apuro que nos quieran inducir, solicitar y hasta ordenar. Los tiempos de “la ley”, los jurídicos y administrativos nada, pero nada tienen que ver con los tiempos médicos. Son distintos y deben ser respetados como tales, los unos y los otros. Puedo asegurar que hoy los Peritos somos los ojos y los oídos de muchas más “autoridades” previas a la lectura final del juez. -
                                Con el tiempo, el sistema – con poca formación, presentación y acceso de Peritos – se va convirtiendo en un “cuello de botella” con la consiguiente traba, amontonamiento, pérdida del seguimiento mental memorizado, errores involuntarios, entre otras variables que indefectiblemente recaerá sobre la gente que necesita. El problema es desde el sistema, que ha aumentado exponencialmente (nuevamente la Sobrecarga de Responsabilidad) y no se incorpora – por el motivo que fuere – otros colegas preparados, de todas las especialidades necesarias. Los Peritos todos y de todos los ámbitos colaboran y seguirán colaborando pero, finalmente, con más profesionales idóneos (y con mejores tratos y salarios), disminuiría ostensiblemente y de manera más que importante la responsabilidad profesional y el problema de acumulación inevitable. Además, es más que claro, que la colaboración se brinda, no se ordena. Uno en general, colabora desde el deseo, no se puede por lo tanto ordenar, exigir, presionar, demandar. Su arte, labor y capacidad psicofísica del Perito, la reconoce el Perito y no el órgano judicial que exige, ordena y trata de imponer el cumplimiento de un plazo, por ejemplo, por sobre la calidad laboral. Ya dijimos, los tiempos son diferentes. Esto es trasladable a Médicos de fuerzas como las Armadas, Policía y Servicio Penitenciario. –
                                               Al decir del Prof. Humberto Lucero en su trabajo “Traumatización Vicaria en el Perito Oficial”, dice entre otras cosas en una excelente obra de síntesis, “A partir del trabajo cotidiano nuestra experiencia íntima se va transformando negativamente” y deja en claro el efecto de variables relacionadas con “1. La naturaleza del trabajo, 2. Naturaleza de personas que tenemos que examinar, 3. Su contexto sociocultural y 4. Contexto institucional de trabajo.–

                                Pasos del trastorno:

                                Al comienzo: Declina capacidad de experimentar placer por la tarea. Ulteriormente: Pérdida capacidad imaginativa/de creación. Consecuencia: Modificación de identidad profesional concientes o no”. –
                                Ahora bien, si hay algo que me llamó la atención fue su descripción signosintomatológica que luego de años de compartir con otros colegas, uno ha escuchado y se ha escuchado en más o en menos decir algunas de estas frases: “quejas por falta de tiempo para sí, quejas por falta de energía, inquietud-irritabilidad-tristeza, ansiedades paranoides (más frecuente), preocupación-temor tarea incumplida o hecha con apuro, insomnio-mal despertar-cefalea, contracturas musculares, hipertensión arterial, agravamiento trastornos psicofísicos preexistentes, trastornos cognitivos: olvidos, incompetencia y falta de creatividad por embotamiento y falta de concentración, cinismo en la relación interpersonal, imposibilidad de expresar emociones, sostenimiento de un estereotipo “como si” instalado, aislamiento, desesperanza, dificultades sexuales, sensibilidad aumentada a la violencia, imágenes intrusivas de violencia propias del trabajo, modificación en su relación con el entorno cotidiano, transformación de los sentimientos, enojo-rechazo-irritación”. –
Para finalizar con signos, síntomas y datos, La Revista del Hospital Materno Infantil Ramón Sardá, artículo: La Salud de los trabajadores de la Salud. Estudio del síndrome de burnout en hospitales públicos de la ciudad autónoma de Buenos Aires. Psic. Zaldúa, Lic. Lodieu y Dra. Koloditzky donde reflejan:
                                      (http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=91219406). -
                                      “Bernardo Moreno - Jiménez y Cecila Peñacoba Puente (1995) presentan un extenso relevamiento – del que extraemos sólo algunos datos – de los estudios de distintos investigadores sobre el estrés en los trabajadores de la salud. Margison (citado por Moreno-Jiménez, 1995) releva tasas de suicidio en los médicos: tres veces más altas que en la población en general; el número de cirrosis es tres veces más elevado; y, en accidentes de tránsito, las tasas son dos veces superior. Este autor informa que la depresión, el alcoholismo y la adicción a las drogas están más asociados a los psiquiatras y a los anestesistas. A nivel de mortalidad ocupacional los psiquiatras y los pediatras alcanzan los extremos polares, encontrándose entre los psiquiatras la tasa más alta de mortalidad (Blachy, Disher y Roduner, citados por Moreno - Jiménez, 1995)”. –
Creo que a más de 40 (cuarenta) años que se viene hablando e investigando sobre este tema, debemos tenerlo por lo menos en cuenta como primer situación a tratar en nuestro ambiente, más allá que no tenemos la exclusividad de tal padecimiento… pero ya es nuestro también. -

Tratamiento:

                                      Si bien ya se expresó que no habría un tratamiento específico, fruto de la investigación, interconsultas y experiencia propia, los pasos a seguir podrían ser:
                                      a. Se debería “arrancar” por lo más básico, reconocer y aceptar que los médicos podemos tener este “problema”. –
                                      Esto nos va a permitir ser tratados, tratar o derivar a nuestros colegas y ser solidarios ante una “señal” de malestar propia o de un compañero. –
                                      b. No temer a la eventualidad de encontrarnos dentro de este rango de posibilidades. –
                                      c. El diagnóstico es clave. Un diagnóstico a tiempo reduce las consecuencias o derivaciones de cada Paciente – Médico. –
                                      Establecer el nivel clínico del S. de Burnout, Leve, Moderado, Grave o Extremo. –
                                      d. Incorporación familiar o persona de referencia que acompañe al Paciente – Médico en su proceso. El reconocimiento y la contención, son claves en cualquier tipo de patología. –
                                      e. Investigar alguna patología concomitante o acompañante que obviamente coadyuvará de forma negativa, a saber por ejemplo, automedicación, trastorno por consumo de alguna sustancia legal o ilegal, o cualquier cuadro “de otras patologías clínicas”, como sobrepeso, hipertensión arterial, etc. Si se concluye de algún cuadro que transite junto al Burnout, se solicitará la colaboración de las especialidades necesarias y se resguardará un trabajo multidisciplinario. –
                                      f. Conformado el equipo de trabajo (el Paciente – Médico, también forma parte del equipo), se decide la orientación a seguir. De más está decir que el personal a cargo del tratamiento, debe conocer el tema, haber estudiado, haberse formado y con la experiencia que amerite el caso. A veces “una ausencia de intervención es menos mala que la mala intervención”. –
                                      g. De acuerdo al nivel clínico de gravedad, iremos ascendiendo desde el tratamiento Psicológico, de inicio dos veces por semana, sumado a controles de laboratorio necesarios y recreación. –
                                      Siguiendo con lo pautado, la intervención del Médico Psiquiatra tratante es determinante en la elección y ejecución del plan psicofarmacológico a seguir asociado con terapia de afrontamiento (la de mayor resultado hasta el presente, según experiencia) y la ausencia laboral temporal, que ayuda de inicio a “sacarlo” del problema. El tratamiento bien instituido, lo hará regresar predispuesto de otra manera.-
                                  Reconocer el grado de complejidad es fundamental, recordando las complicaciones en lo ya referido con relación Burnout, Depresión y Suicidio. Obviamente, de ser necesario, se recurrirá a la internación en lugar acorde al tipo de caso. –
                                     
                                       Algunas Conclusiones:

                                      1). Tener en claro que el Sindrome de Burnout, de no mediar algún cambio inteligente y con decisión política de por medio, llegó para quedarse, afianzarse y agravarse. Hay que estudiarlo, estadificarlo y reconocerlo como padecimiento tratable. –
                                      2). Podrá haber alguna especialidad que afecte a más que otras según los distintos trabajos médicos, pero también debería quedar más que claro lo que prima en este trabajo: la persona del médico. –
                                      3). Esta conclusión va directamente en relación a la del ítem 1, y es reiterativa, se basa en el reconocimiento del “mal estado del individuo” y que es lo que vamos a hacer con “eso”, desde nosotros mismos, desde las oficinas de Recursos Humanos, desde las juntas médicas de los distintos organismos públicos y privados, desde los legisladores, desde el ejecutivo, desde los Médicos que trabajan en organismos que regulan actividades de otros médicos (La Caja de Previsión y Seguro Médico por ejemplo) y de todos los que tengan que ver y… que ver, de observar y hacer observar, que debemos trabajar mancomunados en mejorar esta situación. Creo, humildemente que ya no podemos “hacer como que no pasa nada”. Sí no nos cuidamos nosotros, nadie, absolutamente nadie, hará nada para modificar el “sistema”. –
                                      “No nos olvidemos nunca… nunca que somos médicos”, claramente nos reitera el Dr. Juan C. Remes Lenicov en sus clases. Es cierto, no trabajamos de Médicos como nos han querido “llevar” las empresas o los gobiernos. Somos Médicos y somos los únicos que nos podemos UNIR y CUIDAR. -
                                      4). Con relación al Burnout, en relación a Médicos y a Peritos, se mencionó al sistema y, hará siete, u ocho años tal vez… pude rescatar un texto que me llamó poderosamente la atención de un expediente, elaborado por un colega, que sencillamente me pareció brillante, fue guardado para aprender (del otro siempre se aprende) y precisamente poder “usarlo” en un trabajo como este. Contexto: Demanda Penal por Responsabilidad Profesional Médica, Abdomen Agudo. Dijo el Dr. Ricardo Raúl Oubiña, Cirujano General, Cirujano Cardiovascular, Médico Legista, Médico Forense, otrora miembro del Departamento Judicial de Mar del Plata:
                                      “Factores ajenos a la medicina que han influido en el desarrollo del caso que nos ocupa.
                                      Debe hacerse un esfuerzo para comprender de la existencia de un tercer componente aparecido en medio de la relación entre el médico y su paciente, a este tercer componente lo llamaremos, por convención: el “sistema”.
                                      En la actualidad ha ocurrido la trágica intromisión de no médicos o de médicos sin vocación en el manejo de cuestiones prestacionales médicas que deberían estar en manos estrictamente profesionales y experimentadas.
                                      El “sistema” es el método de organización de la atención médica tercerizada, personificado por las mutuales, sistemas de seguros de salud prepago etc.
                                      Este fenómeno post moderno se ha hipertrofiado y ha mutado de ser un medio de ayuda para el enfermo, a una organización que controla totalmente, desde el buró, no solo la organización administrativa sino también la asistencial, creando una sensible distorsión de la prestación médica.
                                      El médico no es más quien dispone sobre su paciente, sino que apenas es quien propone y es el “sistema” – por intermedio de los gerentes y auditores – quien decide la conducta final.
                                      El enfermo no es libre, no puede elegir su médico y su lugar de tratamiento, sino que es el “sistema” que ya está institucionalizado, el “sistema” es el que maneja el dinero de las prestaciones médicas, cuestión que lo hace sumamente poderoso.
                                      Muestra de lo dicho son los cada vez más numerosos recursos judiciales en reclamo por prestaciones médicas que el “sistema” niega al enfermo.
                                      Este breve ensayo pretende ilustrar sobre la realidad que circunda y en la que se haya sumergida la práctica médica. Sin conocer este medio que asfixia y limita a nuestra ciencia, resultaría muy difícil comprender las circunstancias a las que no es ajeno el caso que nos ocupa”. Bien, huelgan las palabras. No es necesario agregar nada más sobre este tema. –
                                      5). A la altura del tema Depersonalización cito al colega Lopez Rosetti, con relación al tema de residentes. Bien, es otro tema para recordar que nuestros tiempos no son los de ellos en la actualidad, estando no solo más expuestos al Burnout, sino a las agresiones físicas, sumado a que la demanda laboral es mayor por el traspaso de pacientes sin obra social por desempleo, a engrosar las filas de pacientes hacia el hospital público. Ya no podemos dejar que un “chico” que recién se recibe se exponga 24 hs de guardia, de “estas guardias de hoy” sin ningún tipo de resguardo y encima, luego cumpla su horario “desde las ocho de la mañana hasta las cinco de la tarde”. No me parece, es nuestro “semillero”, nosotros no debemos entrar en el juego de “yo también la pasé… y el tristemente famoso derecho de piso argentino”. Humana y laboralmente creo que ninguna mujer u hombre puede ser responsable de sus actos durante treinta y seis horas, así como tampoco deberían trabajar ad honorem los concurrentes, solo a cambio de “aprender”, porque el cansancio y la responsabilidad profesional del concurrente NO ES GRATUITA y no se paga solo con vocación. Y así, podríamos señalar las guardias de hoy, con un solo “médico de guardia activa” en demasiados hospitales… por lo menos lo que se observa en la mayoría de las localidades del corredor de la ruta 2. La inversión en personal e insumo debe estar. Esto se logra con dinero y proyecto de labor. Si no lo usamos, mejor… como cualquier seguro, pero hay que tenerlo “por completo y al día”. Cuidarnos nosotros mismos y cuidar de manera solidaria a nuestro colega, para poder finalmente lograr cuidar a los que nos cuidan. –
                                      6). Creo que es necesario crear y formar la escuela de Paramédicos, como así también (en la era de las cyber comunicaciones) la Historia Clínica única, quién suscribe junto al Dr. C. Daniel Puliti (Especialista en Clínica Médica) informamos a las autoridades provinciales bonaerenses actuales de un eventual proyecto nuestro (con relación a la Historia Clínica Única) en el mes de septiembre de dos mil doce, aún sin respuesta. Ambos hechos y procedimientos aliviarían la labor médica, profundizando la rapidez, eficiencia y eficacia del servicio médico. -

                                      Final:
 
                                      Que buenas las palabras del Dr. en Medicina Roberto Borrone, Prof. Adjunto de Oftalmología UBA. Médicos y pacientes ante una preocupante realidad. Intrmed):
                                       “El Médico honesto tiene una ardua tarea para sobrellevar la incertidumbre propia de la profesión inmersa en este escenario tan hostil. Las sociedades médicas (científicas y/o gremiales) no han tenido la firmeza necesaria para enfocarse en estos temas con una verdadera voluntad de cambio. El accionar ha sido más discursivo que ejecutivo. La sociedad en su conjunto siempre ha tenido la percepción que los problemas que aquejan a los médicos son ajenos a ella y exclusivos de los médicos. Sin embargo, y esto es una obviedad, nadie debería ser indiferente a este escenario desde el momento en que todos somos, inevitablemente, potenciales pacientes”. –
Este tema da para extraer múltiples “sub – temas” ya que de reparto, pasan al puesto de protagonistas. En definitiva, es claro que el (Sindrome de) Burnout es un problema multifactorial, pero que su proa apunta indefectiblemente hacia lo naturalizado que se encuentra, que los médicos trabajemos “mucho y mal”. ¿Que decir, que podemos agregar?... el desprestigio de la profesión y la precarización de nuestras estructuras básicas, más allá de las “edilicias, personal e insumos”. Daría para muchísimas derivaciones, pero estoy convencido que todos los habitantes - incluidos quienes nos gobiernan – deberían y deberíamos concurrir de inicio al Hospital Público, ese lugar que para muchos hace años, nos daba la tranquilidad que íbamos a un sitio seguro, protector, definitivamente a nuestro lugar. Humildemente, mi agradecimiento al ya desaparecido Hospital Ferroviario y al actual Municipal de Bahía Blanca, ni hablar con nuestros hijos, la última palabra siempre, en el Hospital de Niños de La Plata y el resto de los hospitales de la ciudad,  como el H.I.G.A San Martín, Rossi, A. Korn, etc. –
                                      Pequeño ejemplo: quien suscribe, desde el año 2011 viene escribiendo sobre la “nueva ley de salud mental”, junto a otros colegas, se puede observar en esta misma página, Diferencias entre lo Asistencial y Pericial I y II. Siempre es buena una opinión médica y de ahí, partir hacia otras y de esa manera sumar mayores detalles para ocupar los lugares que nos corresponden y aportar para mejorar la legislación sobre todo lo que tenga que ver en SALUD. -
                                      Pero parece que algunos - calculo que los de menor envergadura - no pueden ni quieren ver la realidad actual de nuestro estado médico, para y por ellos recordé este genial fragmento de un Maestro:
                                      “Ignoran que el hombre vale por su saber; niegan que la cultura es la más honda fuente de la virtud. No intentan estudiar; sospechan acaso, la esterilidad de su esfuerzo, como esas mulas que por la costumbre de marchar al paso han perdido el uso del galope. Su incapacidad de meditar acaba por convencerles de que no hay problemas difíciles y cualquier reflexión paréceles un sarcasmo: prefieren confiar en su ignorancia para adivinarlo todo. Basta que un prejuicio sea inverosímil para que lo acepten y lo difundan: cuando creen equivocarse, podemos jurar que han cometido la imprudencia de pensar”. El Hombre Mediocre. José Ingenieros. -
                                      Se puede observar que serían múltiples los temas para abordar, pero el eje es el Síndrome de Burnout en Médicos. -
                                      Si más allá de cumplir con el trabajo Monográfico, se logra diseminar una nueva, simple y pretenciosa opinión que se suma a las tantas que hay, bienvenido sea. Un paciente sano nos reconforta, nos hace feliz, un Paciente – Médico sano, provoca muchos y mejores resultados, devolviendo personas sanas y aptas para continuar con su vida. Debemos seguir siendo esos “tipos” que – según nuestros pacientes - podemos resguardar de manera estrictamente secreta, lo más preciado para ellos. –

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SOCIEDAD ARGENTINA DE PSIQUIATRIA FORENSE