La Psiquiatria Forense Postmoderna

Pretendemos habernos acercado a lo que debe ser la psiquiatría forense en el Tercer Milenio. Para ello debimos alejarnos de su enfoque “clásico”, que construye nuestra materia tomando un tratado de psiquiatría asistencial agregándole a cada título un comentario relacionado con el Derecho. Cualquier cosa que el escritor imaginara que podía pasar con un esquizofrénico o un maníaco depresivo o un “neurótico depresivo” en la Justicia —testando, cometiendo un delito, siendo víctima de algo— era consignado.
Apoyado en la visión asistencial el resultado mostraba largos textos con cosas que se ven poco o nada en Tribunales. Es que para el psiquiatra hay una absoluta diferencia entre el “mundo asistencial” y el “mundo judicial”. Es claro que lo que sucede en la Justicia no es un “encuentro médico”. El examinado no es un paciente y el examinador no es un terapeuta. Ante esta obvia realidad quisimos mostrar que el psiquiatra no es un mero transplantado desde el hospital a Tribunales. Nos propusimos que se transformara en un integrante de la familia judicial. Eso implica un cambio de “actitud mental” en el psiquiatra.
Ocurre que en el mundo judicial se le exige al experto dar explicaciones y responder los más singulares cuestionamientos. Así debe tener un manejo solvente de “epistemología”, para fundamentar el carácter científico de la psiquiatría, pues sucede que esa “cientificidad” no pocas veces es puesta en duda por los abogados.
EL NUEVO PARADIGMA CIENTÍFICO
Sucede que la visión “racionalista mecanicista” que gobernó a la mentalidad occidental desde Descartes y Newton resulta hoy insuficiente para abordar el singular mundo humano. El deber de la ciencia del Tercer Milenio es ofrecer una comprensión rigurosa de los complejísimos hechos que componen el mundo. Para el estudio de la infinita mente humana se han debido crear teorías y modelos intelectualmente satisfactorios. Necesitábamos la “metodología cualitativa” para abordar al hombre, ese “todo físico-químico-biológico-psicológico-social-cultural-espiritual” (Miguel Martínez Miguélez, experto en Filosofía de la Ciencia).
Apuntando en esa dirección hemos insistido en la dignidad soberana del método clínico fenomenológico de investigación psicopatológica. Sucede que tanto la psiquiatría como la psiquiatría forense, son algo único. Mientras que la medicina general y todas sus ramas están ubicadas claramente dentro de las ciencias biológicas, nuestra disciplina tiene una base científica “mixta”. Es tributaria de las “ciencias de la naturaleza” y de las “ciencias del espíritu”, también conocidas como “histórico culturales”. En realidad, en la psicopatología se reúnen los métodos de casi todas las ciencias. Biología, morfología, medición, estadística y matemáticas, ciencias del espíritu comprensivas, métodos sociológicos, todos encuentran su aplicación en ella (Karl Jaspers, filósofo y psiquiatra).
En nuestra materia confluyen el procedimiento explicativo, propio de las “ciencias de la naturaleza” (con la bi-unívoca Lógica Clásica, con “exactitud cuantitativa”), y el procedimiento comprensivo, propio de las “ciencias histórico-culturales” (con la plurivalente Lógica Difusa, con “exactitud cualitativa”). Es que comprender es “aprehender el sentido de complejos espirituales” (Eduardo Spranger, psiquiatra).
Y hemos mantenido el muy médico “modo inferencial” (suma de síntomas) y hemos revalorizado el asombroso y desconcertante “modo intuitivo”, que significa captar de un “golpe de vista” la esencia de un fenómeno psíquico. La psiquiatría ha quedado claramente en el ámbito de las “ciencias de la complejidad”, que son fruto del “nuevo” paradigma científico postmoderno.
CONCEPTO DE SER HUMANO
Tuvimos que definir con total claridad al hombre. Eso nos requirió ir en la búsqueda de “eso” que nos permita entender lo que en verdad el ser humano es y lo que no es. En nuestra incursión en la antropología filosófica solamente hemos mostrado que el hombre no es “un mero mecanismo”, sino que —sabio, santo, badulaque, rufián, ruin, lunático— la “Persona Humana” está conformada por la unión (sustancial o estructural) de su psique inmaterial y su cerebro.
La “Persona Humana” posee “tres conciencias”. Junto a la “conciencia vigil” que comparte con los animales, tiene sus dos exclusivas conciencias: la “conciencia reflexiva” y la “conciencia moral”. El hombre es un ser autoconsciente con “libre autodeterminación”. Esto significa “ser —potencialmente— libre” y, entonces, “ser —posiblemente— responsable” del propio accionar.
Hemos salido de la visión basada en que conocer una realidad significa reducirla a sus elementos componentes. Salimos de la “razón explicativa reductiva” del paradigma científico cultural de la modernidad, hoy a todas luces insuficiente. Por el nuevo camino quedaron claramente desenmascaradas visiones erróneas del ser humano: los determinismos reduccionistas (el psicologismo, el biologismo y el sociologismo), que terminan negando la libertad. Ante la abundancia en la Justicia de sostenedores de esas pifias antropológicas, superando sus concepciones erradas del hombre, llegamos a una visión humanista. La condición humana hace que el hombre sea un ser moral.
ALGUNOS CAMBIOS CONCRETOS
El habernos independizado de la “paternidad” de la visión asistencial de la psiquiatría, el haber caracterizado a la singular ciencia psiquiátrica y el haber definido el concepto de “persona humana” nos llevó a ciertas comprobaciones, a nuevos ordenamientos y a no pocos ajustes terminológicos, pues el mundo judicial —totalmente distinto al mundo de la salud— requiere un léxico especial, sin tecnicismos. Aquí van algunos de esos cambios.
1.- Hemos recurrido al uso de un párrafo descriptivo antes que un vocablo técnico. En estas descripciones no usamos la denominación de “enfermedad” ni de “anormalidad”. Tampoco usamos la palabra “trastorno”, popularizada por el horrible D.S.M.
2.- Dado que la función principal del perito psiquiatra es establecer capacidades psíquicas, para caracterizar el comportamiento humano usamos la distinción entre los “dos modos de actividad mental”: el “funcionamiento racional” y el “funcionamiento irracional”.
3.- Hemos insistido en referir cada concreta acción humana a tres figuras esenciales: “persona” (concepto de la antropología filosófica que reconoce al sujeto humano como ser libre y responsable de su accionar), “personalidad” (concepto psicológico que se refiere en cada hombre a su “estilo” individual de estar en el mundo) y “vivencia” (concepto psicológico que se refiere al ser humano reconociéndose como viviendo en una particular situación).
4.- Cualquiera sea el “estilo” o “tipo” psíquico individual (“personalidad”), hemos incorporado una descriptiva y simple caracterización de ese “modo de ser”: hablamos de “personalidad estable” y “personalidad endeble”— lo que ayuda a entender la concreta participación de alguien en un hecho jurídico.
5.- En lo que ase refiere las personas y su relación con el entorno, señalamos la posibilidad de un tipo concreto de conducta social. Así distinguimos el “comportamiento insocial” (v. g.: algunas personalidades endebles), el “comportamiento asocial” (v. g.: en personas con funcionamiento mental irracional) y el “comportamiento antisocial” (en el accionar de la mayoría de los delincuentes racionales). Esta distinción es útil para los “pronósticos” en los que participa el psiquiatra forense (peligrosidad, reinserción social).
6.- Hemos comprobado que ningún tipo de “estilo psíquico individual” (personalidad) predispone a la realización de delitos. No existe la “personalidad antisocial” que figura en el erróneo D.S.M. Lo que existe es la “Persona Antisocial”.
7.- Los “daños psíquicos” pueden estar originados en causas físicas (un golpe cráneo-encefálico) o por motivos anímicos (una vivencia adversa).
8.- Nuestro camino clínico fenomenológico nos fue llevando, casi inadvertidamente, a enfocar al hecho en que un sujeto vive en una particular situación legal, con una “visión comprensiva estructural”, señalando la existencia o no de “congruencia” entre “funcionamiento mental” y “hecho jurídico vivido”, creyendo haber encontrado en ello un criterio de verdad que necesita la psiquiatría forense.
LA PSIQUIATRÍA FORENSE EN LA ARGENTINA
Claro está que para ser psiquiatra forense, primero hay que ser psiquiatra, lo que implica haber caminado por manicomios. La psiquiatría forense es una subespecialidad de la psiquiatría. No han desaparecido los equivocados intentos de considerarla una subespecialidad de la “medicina legal”.
Llama la atención que iniciado el Siglo XXI todavía tengamos que aclarar que la psiquiatría no es una mera “neuro-ciencia”. La psiquiatría no es dependencia de la neurología. Es una “psico-ciencia”. Hoy no se puede desconocer que para entender la singular vida anímica humana el cerebro es imprescindible pero no alcanza. “La mente no es un producto del cerebro.” (Wilder Penfield, neurólogo y neurocirujano). “El cerebro no piensa” (John R. Searle, filósofo). “El Yo psicofísico activo es el programador activo del cerebro (que es el computador); es el ejecutante cuyo instrumento es el cerebro. Como decía Platón, la mente es el timonel… se puede admitir la analogía entre cerebro y computadora, pudiendo señalar que la computadora de nada sirve sin el programador.” (Karl Popper, filósofo). “… la mente autoconsciente trabaja sobre la maquinaria nerviosa en amplias áreas del cerebro, moldeando gradualmente sus patrones y cambiándolos activamente…” (John Eccles, neurofisiólogo).
Aunque es muy valioso que haya maestrías y otros cursos, es un escándalo que hoy no haya en la Argentina título oficial universitario de “psiquiatra forense”. Seguimos ignorando a la Organización Mundial de la Salud, que en 1958, en Copenhague, ya recomendaba considerar a nuestra materia una especialidad independiente. Mientras existen seis cátedras de Psiquiatría Forense en los Países Bajos, sería bueno que nos expliquen por qué razón en la Argentina no hay ninguna.
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Bibliografía
Jaspers, Karl, Psicopatología General, F. C. E., México, 1996.
Martínez Miguélez, Miguel, El paradigma emergente, Trillas, México, Segunda edición 1997 (Reimp. 2012).
Penfield, Wilder, El misterio de la mente, Pirámide, Madrid, 1977.
Popper, Karl R.; Eccles John C., El yo y su cerebro, Labor, Barcelona, 1980.
Searle, John R., La mente, Norma, Bogotá, 2006.
Zazzali, Julio Roberto, www.psiquiatriajuridica.com.ar
