TIPOS… de jefes

¿El Líder nace o se hace?

                                              Así reza titulado el trabajo que realizó (dando conferencias a nivel nacional como en su país natal) Alejandro Campodónico (adcpasociados@yahoo.com.ar), Analista en Marketing, un tipo genial y orgullosamente nacido en Uruguay. La vida profesional me llevó a conocer a este excelente capacitado  y con gran ímpetu, nos prorrogamos en una charla que fueron entrecruzando caminos de materias, conceptos, ideas y fundamentos académicos que se entrelazaban en los distintos (no tan diferentes…) lenguajes: el de su saber, acompañando a otras sabidurías como la Sociología, la Psicología y la Psiquiatría Forense. Junto a estas ciencias, sumamos detalles de los distintos discursos que tiene un individuo. Desde lo verbal, lo gestual, los silencios, hasta como transmite lo que dice, lo que no dice, lo que quiso decir, etc. Finalizamos con una amplia como categórica pregunta: ¿Quien no se ha cruzado con uno de estos personajes?–
                                              De manera más que generosa, me brinda su labor escrita y sobre la base de lo expresado, se origina una tan pretenciosa como humilde intención de descripción de quien suscribe. –
                                              En su trabajo, Campodónico divide a “Los tipos de liderazgo” en cuatro:
Autoritario
Democrático
Laissez Faire (dejar hacer)
Demagogo (carismático charlatán)
                                              Nos encargaremos en este orden, en describir coincidencias con la Psiquiatría Forense, comenzando por el Autoritario, dejando para futuras entregas de nuestra Revista Web, a los restantes. –

Autoritario:

Dice A. Campodónico:
                                              “Describe a un líder que tiende a centralizar la autoridad, dictar métodos de trabajo, tomar decisiones unilaterales y limitar la participación de los empleados/colaboradores. Se orienta por el cumplimiento de los objetivos en detrimento de la motivación de su personal”. –

                                              Este personaje, conocido por todos los que hemos transitado pasillos y oficinas en relación de dependencia, centraliza (la autoridad) por una cuestión más que sencilla: es imposible que conjugue el verbo compartir (no lo conoce), un egoísmo innato que lo acompaña de manera permanente en todos sus ámbitos, pero en el laboral, se siente como pez en el agua. Este sujeto, está convencido que la relación de dependencia es con él y no con la institución. Incapaz de delegar (no sabe) pero preferentemente, no quiere. Es más fácil dictar lo que se debe hacer – a su criterio – que permitirse escuchar al otro. El otro, es menoscabado, no importa si tiene razón ni mucho menos razones ni fundamentos. No le importa si “ese otro” sabe o es idóneo en “algo” que él no, no le interesa, le teme. Teme todo lo que pueda poner en riesgo – lo que él considera como tal  - su autoridad, su manejo, sus beneficios, su ego, todo aquel que no pueda controlar o dominar. El hecho que se viera o viese, o tan solo que puedan otros, como testigos (infortunados) interpretar que él pudiera ser inseguro, hace que de manera inmediata despliegue como el pavo real lo hace con su cola de plumas, todo su potencial. Por eso siempre tomará decisiones sin consultar, limitando todo razonamiento que vaya en contra de su poder. Es claro que nos referimos al poder que siempre alguien le da y luego, será casi imposible que por lo menos el que se lo brindó, se lo pueda quitar. -
                                              Casi, casi muy parecido a lo que expresa el genial Kurt Schneider (07/01/1887 – 27/10/1967) en su obra Psicopatología Clínica con relación al psicópata anancástico, en cuanto a su inseguridad “… La falta de libertad interior y la timidez de los inseguros de sí mismos se halla en ocasiones rígidamente compensada hacia el exterior mediante una apariencia demasiado segura, incluso arrogante… puede aplicarse particularmente a aquellas personas cuya inseguridad radica en el propio físico o en el terreno de lo social… los escrúpulos y sentimientos de insuficiencia de los inseguros de sí mismos repercuten, no siempre desde luego, pero sí muy frecuentemente, en la conducta ética”
                                              Solo existen sus objetivos y diezmará a todo aquel que se atreva a cuestionar ideas o mejoras, dirá frases tales como “…el sistema es así… si hacen lo que yo digo nunca van a tener problemas… esto es como yo digo… si les gusta bien y sino… les suelto la mano… ¿entendieron?... ¿alguna pregunta?”. ¿Alguien se atrevería a preguntar? –
                                              Es interesante no solo lo que dice sino el como lo dice. Sabe como intimidar, sabe como manejar el tono de su voz, su propio cuerpo, a veces hasta algunos han relatado que lo han sorprendido ensayando frente a un espejo (oficinas suntuosas…) o simplemente frente a una ventana. Se siente poderoso monologando, dictaminando, dando órdenes de cómo son y se hacen “las cosas”, una acabada muestra de seducción y autoridad, que lentamente se desvanece ante la pobreza de su sustento, claro, no dejará de impresionar a los desprevenidos.
Hace un tiempo hablaba con una abogada de conocimiento en estas huestes y me relataba una entrevista con un Sr. muy parecido al descripto, nos quedaron claro varias coincidencias a saber, su alto nivel intelectual y su escaso nivel cultural, casi definido como “hace que sabe… de todo”. La altura de “su vuelo”, como hablábamos en nuestros inicios en la localidad de Alejandro Korn (en el querido Hospital de Melchor Romero), a los inadvertidos, les parece de “alto vuelo”, pero la realidad muestra con el tiempo, que es obtuso, de escasa “altura… y estatura”. -
                                              No acepta que las ideas o mejoras de otros empleados subordinados a su autoridad, no cuestionan esa autoridad, cuestionan posibilidades de mejorar “ese” sistema, pero no, él lo tomará como un cuestionamiento a su jefatura, como peligroso para su poder y tratará con todo su arte egosintónico de que “el diezmado” sirva como ejemplo ante los otros que se atrevieron a escucharlo. Lo correrá, lo aislará y tratará de vencerlo por cansancio. Siempre hará una interpretación “legal” que le convenga de tal manera que - junto con el respaldo de su tan ansiado y otorgado poder - se cerciorará que sirva como ejemplo. Los otros (testigos y compañeros infortunados) por diferentes razones, aceptables o no, sinceras o no, tratarán de justificarlo o justificarse total o parcialmente y logrará (este sujeto con poder) finalmente su cometido, que cada uno regrese en silencio a su puesto. De eso no se habla más. Así, así van a aprender. Sin dudas, este caballero o dama que hoy es jefe, cree que él, es el lugar que ocupa. -
                                              Y luego de esta brevísima descripción que se ajusta a cualquier lugar institucional, público (más escondido) o privado (menos escondido) surgen recuerdos de lecturas de autores reconocidos:

                                              Fabián Alejandro Molina, en uno de sus libros, “El psicópata adaptado, Un lobo entre ovejas”, de Editorial Salerno, 2011, en su introducción entre otras cosas habla:
                                              “Existen Psicópatas que transgreden la ley de la manera más brutal y morbosa, como también hay psicópatas que nunca o casi nunca tienen contacto con la justicia” a estos últimos, los llama adaptados. –
                                              “…un tipo de psicópata que no mata pero daña, que es escasamente reconocido pero que todos saben que existe, no solo desde la práctica médica sino de la propia vivencia personal, y que por su radio de acción nunca es castigado… este personaje convive con nosotros…navegan en el mundo de la solidaridad y la confianza entre los integrantes de una sociedad siendo como lobos entre ovejas… Dentro del código moral psicopático, se aceptan la mentira, el engaño, el maltrato, la seducción y la coerción… A fin de que quede claro nos encontramos con un sujeto mujer u hombre de cualquier edad, que es incapaz de ver a los otros (nosotros) como personas por lo que desde el primer momento, lo único que busca, es satisfacer su deseo, que puede ser dominar al otro”. –       
                                              En su capitulo II refiere: “…siempre son concientes de lo que está mal y que está bien, pero son incapaces de sentir la repercusión emocional correspondiente, por lo tanto son agnósicos morales”.-

                                              Julio Roberto Zazzali, en uno de sus obras, con más precisión “El Psicópata” de Ediciones La Rocca, en su Diálogo V, El Sociópata en Acción, 2012, en el Rubro 4, Violencia Laboral “los acosos” entre tantas cosas interesantes dice:
                                              “También en el terreno del trabajo puede haber, y hay, psicópatas en acción. Se trata generalmente de personas con un nivel jerárquico más o menos alto, que tienen gente a cargo y ejercen sobre ellos presiones de variado tipo y con fines diversos… hostiga, persigue, acorrala a las personas a su cargo a las que califica como inútiles, que no sirven para nada, que hacen todo mal… Además de disfrutar de su superioridad, muchas veces hay un objetivo de naturaleza económica… El jefe maltratador pretende que los empleados se cansen o renuncien… es notorio que el acosador laboral tiene muchas de las notas que distinguen al sociópata: desprecio por los otros, impiedad, soberbia, ningún sentimiento de culpa”. –

                                              Hugo Marietan, en una de sus obras, “El jefe psicópata, Radiografía de un depredador”, de Libros del Zorzal, 2010, en el Capítulo 1, entre otras cosas dice cuando se refiere a exclusivamente al psicópata y el poder:
                                              “Una de las necesidades especiales del psicópata es el poder. El psicópata ama el poder porque con poder consigue lo que requiere para satisfacer sus necesidades. En cualquier ámbito de poder, ya sea la política, la religión, la empresa, en cualquier ámbito donde haya acumulación de recursos y manejo de personas, ahí está él.  La necesidad impele a la acción para satisfacerla… Cuando la necesidad del psicópata es el poder, va por el cueste lo que cueste y caiga quien caiga, y, como ya se podrá prever, sin escrúpulo alguno. Una vez conseguido el poder, se aferra a el y no lo dejará, salvo que avizore que una retirada implicará un beneficio que incluya un posterior retorno fortalecido… tiene una especial habilidad para seducir y para tener un grupo de gente que lo rodee, sus segundones, sus secuaces, que lo refuercen”. –
Pero algo que me llamó la atención con respecto a este capítulo inicial del Dr. Marietan, es cuando se refiere al “Trabajo sucio”, en donde no hay un solo punto que se pueda retirar, es una excelente definición:
                                              “La sociedad recurre al psicópata para que haga lo que se llama el “trabajo sucio”, para que solucione la crisis valiéndose de formas que condena, pero que considera como única alternativa para zafar. Así, el psicópata representa, en determinado momento, lo que quiere la sociedad. La sociedad al principio, lo deja hacer porque considera que es la persona adecuada para resolver la crisis. El problema lo tendrá finalizada la crisis, porque el psicópata una vez encaramado en el poder no lo deja, y es muy difícil sacarlo”. –
Para el psicópata adaptado somos cosas a usar como el desea, como necesite, como le convenga. Todo lo que él vea como complicado, que lo alerte a tener un mínimo problema, hará despertar todo su mecanismo de poder para aplastarlo. –
                                              Sepa que son el caldo de cultivo para la mayoría de casos de “acoso sexual y laboral”, lo hará, tarde o temprano lo hará, rondará, desplegará toda su habilidad hasta alcanzar su presa y luego, de no conseguir doblegar a su temporal objetivo (cosificado) “o lo quiebra, o lo tuerce o lo traslada”. Pero estos casos de acoso, serán temas también para otras entregas. -
                                              Finalmente, creemos que un Líder nace y se puede formar y pulir cuando se esfuerza por instruirse para tal labor, así será un Jefe al cual uno respeta por lo que es y no por el lugar que ocupa. Él se ha ganado ese lugar y uno siente que debe seguirlo, escucharlo, acompañarlo, tomarlo de ejemplo, cuidarlo y respetarlo. Este respeto, surge de la propia corporalidad de uno, no se explica, no se razona, se siente. Este es el Líder que brilla, el “Sr. opaco”, es el que describimos. -
                                              Sr. empleado, colega, si Ud. ha leído este artículo, sabe de lo que le hablo o de quien le hablo. –
                                              Sr. o Sra. si Ud. se siente identificado/a, sepa al menos que ya lo/la conocemos. –

                                                                           José María Cabana  


          

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SOCIEDAD ARGENTINA DE PSIQUIATRIA FORENSE